Al igual que no existe un perfil único de víctima, tampoco existe un perfil determinado de maltratador. Cualquier persona puede ser el posible maltratador/a, pero difícilmente descubriremos una situación de malos tratos a un niño/a o adolescente a través del agresor o agresora porque, entre otros motivos:
1. La mayoría son personas que se comportan correctamente en el trabajo, con sus amistades, aunque suelen presentar baja autoestima, sentimientos de frustración y fracaso, entre otros.
2. Las personas que maltratan a los niños, niñas o adolescentes tienen muy poco control de sus emociones: “pierden fácilmente los estribos”.
3. Pertenecen a todos los niveles económicos y grupos o clases sociales.
4. Con frecuencia, los maltratadores y maltratadoras son las personas que les cuidan o pertenecen a su familia y que pertenecen a su entorno próximo.
5. No es una relación causa-efecto, pero hay personas que maltratan que han sufrido malos tratos o abusos en su infancia.
Hay circunstancias difíciles en la vida como los conflictos de pareja, un embarazo no deseado, la pérdida de trabajo, el abuso del alcohol o sustancias tóxicas, la existencia de problemas para manejar la conducta del niño, niña o adolescente, el ser padre o madre muy joven, la falta de apoyo familiar y/o social, entre otros, que pueden provocar que los padres y madres reaccionen de un modo imprevisible e incluso brutal hacia sus hijos/as, por lo que no deben ser juzgados de forma inadecuada, pero tampoco se debe permitir.
Si bien la mayor parte de los abusos sexuales son cometidos por hombres, también pueden ser ejercidos por mujeres respecto a niños o niñas. Además, existe un importante índice de casos de abuso sexual en los que el agresor es un menor de edad.
Por otra parte, no todas las personas maltratadoras seguirán siéndolo. La rehabilitación de los padres y madres maltratadores es posible a través de un trabajo continuado y especializado. Es necesario el desarrollo de redes asistenciales que permita atender tanto a los agresores como a las víctimas.
1. La mayoría son personas que se comportan correctamente en el trabajo, con sus amistades, aunque suelen presentar baja autoestima, sentimientos de frustración y fracaso, entre otros.
2. Las personas que maltratan a los niños, niñas o adolescentes tienen muy poco control de sus emociones: “pierden fácilmente los estribos”.
3. Pertenecen a todos los niveles económicos y grupos o clases sociales.
4. Con frecuencia, los maltratadores y maltratadoras son las personas que les cuidan o pertenecen a su familia y que pertenecen a su entorno próximo.
5. No es una relación causa-efecto, pero hay personas que maltratan que han sufrido malos tratos o abusos en su infancia.
Hay circunstancias difíciles en la vida como los conflictos de pareja, un embarazo no deseado, la pérdida de trabajo, el abuso del alcohol o sustancias tóxicas, la existencia de problemas para manejar la conducta del niño, niña o adolescente, el ser padre o madre muy joven, la falta de apoyo familiar y/o social, entre otros, que pueden provocar que los padres y madres reaccionen de un modo imprevisible e incluso brutal hacia sus hijos/as, por lo que no deben ser juzgados de forma inadecuada, pero tampoco se debe permitir.
Si bien la mayor parte de los abusos sexuales son cometidos por hombres, también pueden ser ejercidos por mujeres respecto a niños o niñas. Además, existe un importante índice de casos de abuso sexual en los que el agresor es un menor de edad.
Por otra parte, no todas las personas maltratadoras seguirán siéndolo. La rehabilitación de los padres y madres maltratadores es posible a través de un trabajo continuado y especializado. Es necesario el desarrollo de redes asistenciales que permita atender tanto a los agresores como a las víctimas.
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